Los escándalos del Rey Juan Carlos y de la monarquía
Tras el disparo accidental de su nieto Froilán con una escopeta de caza, el rey se fue de cacería a matar elefantes. Los escándalos persiguen a la Casa Real Española.
Un
español medio hoy visualiza al rey nervioso, con sus ojos grandes de un
lado a otro recorriendo las líneas de cada diario español o sus manos
buscando con premura el control de televisión en los que minuto a minuto
destapan sus miserias. Todos los medios detallan los oscuros vínculos
de su persona y de los suyos en casos de corrupción, en accidentes poco
afortunados o el poco acierto en sus decisiones.
La última metedura de pata del rey ha hecho estallar la casa (real) de los truenos. Su nieto, Froilán, se disparó en el pie con una escopeta de caza hace dos semanas, con la consecuente declaración al juez de su padre el ex Duque de Lugo, Jaime de Marichalar, para explicar qué hacía un niño de 13 años jugando con una escopeta, cuando la edad legal en España para manejar armas de caza es de 14. Hasta aquí, todo tolerable dentro de todo lo que está cayendo sobre la familia real: la imputación de su yerno Iñaki Urdangarín en un caso de corrupción y malversación.
La rotura de cadera: un accidente revelador
Y es que si el Rey de España no se hubiera fracturado la cadera en su safari en Botsuana, la semana pasada, no nos hubiéramos enterado de que se había ido a cazar elefantes ¿Por qué? De los viajes privados del rey nunca sabemos nada, precisamente porque son privados, salvo en las excepciones que les interesa promocionar alguno de ellos por motivos de imagen. Al producirse el accidente, el viaje se convierte de interés general al tratarse de una figura pública. Esta actividad ha desatado la polémica más dura contra la casa real de los últimos tiempos.
El mensaje real que el rey difundió en las pasadas navidades fue contundente en cuanto a su contenido. Apelaba a la responsabilidad de las instituciones públicas y a los cargos oficiales para salvar la situación de la crisis española. Señaló el desempleo juvenil como uno de los mayores problemas; y ahora su majestad se va de cacería ¿Es esa la responsabilidad de la que hablaba? ¿Sólo afecta a unos pocos, al rey no? Es la pregunta que asaltó no sólo a los ciudadanos sino también a muchos líderes políticos de todos los colores e ideologías.
España sufre su mayor crisis económica, su deuda con el BCE es ya intolerable. Toda España ajustándose el cinturón como nunca, los recortes en los presupuestos son tijeretazos sin precedentes, y el rey se va de cacería pagando los españoles el safari y el hospital privado donde se recupera de su fractura de cadera.
El rey, supuesto corrupto ¿tiene que abdicar?
La abdicación del rey ya ha sido introducida en la agenda informativa española. El secretario general del PSOE madrileño, Tomás Gómez ya ha apuntado esta posibilidad y las columnas de opinión de los grandes diarios también. La discusión ha cogido fuerza después de la última noticia descubierta por los medios de comunicación.
Los diarios El País y El Mundo destacan en portada la implicación directa de Don Juan Carlos y la Infanta Cristina en el caso Nóos, por el cuál su yerno está imputado. Se han descubierto varios correos electrónicos de Urdangarín a su socio Diego Torres en los cuáles el rey autorizaría su colaboración para determinados proyectos con los que ganarían 100 millones de euros. La Casa Real ni ha confirmado ni desmentido nada.
Los reyes siempre se han mantenido al margen de toda disputa interna hacia el exterior. Sin embargo sus propios escándalos traspasan cualquier frontera de la discreción. La familia real se ha dedicado a callar o en todo caso a tapar todo lo que ocurre en su casa. A la separación de la Infanta Elena de su marido, Jaime de Marichalar le llamaron “separación temporal de la convivencia conyugal” y de temporal nada. El tiempo ha confirmado que es más que definitiva.
El matrimonio de su heredero, Felipe de Borbón, con una divorciada (Leticia Ortiz) sin una gota de sangre azul, fue una guerra al interior de la familia real. Las fuentes cercanas confirmaron una y otra vez que a los reyes les costó masticar la decisión del príncipe, más por el miedo a que el abdicara que por la imagen de cara al exterior, que también influyó. Por último, se encuentra la imputación de su yerno y la presunta implicación del rey en un caso de corrupción ¿Qué más se puede pedir a la lucha de gigantes? Nada. Para muchos, que al rey sólo le queda abdicar.
Si existe vestigio palpable de que algo en España ha cambiado es el tratamiento de los medios a las noticias poco favorables generadas por la monarquía española; pues en el pasado, directamente no se trataba. Sí, hablamos de censura. Siempre hubo un pacto no declarado por los medios en los que ambos decidieron, uno condicionado, otro por imposición: yo no te toco a ti, tú no me tocas a mí.
Pero la monarquía española ha excedido los límites y aprovechando la impopularidad de la monarquía por motivos obvios, los medios se apuntan un tanto en su compromiso con la información y hoy los diarios escriben corrupción y Casa Real Española en la misma frase.
La última metedura de pata del rey ha hecho estallar la casa (real) de los truenos. Su nieto, Froilán, se disparó en el pie con una escopeta de caza hace dos semanas, con la consecuente declaración al juez de su padre el ex Duque de Lugo, Jaime de Marichalar, para explicar qué hacía un niño de 13 años jugando con una escopeta, cuando la edad legal en España para manejar armas de caza es de 14. Hasta aquí, todo tolerable dentro de todo lo que está cayendo sobre la familia real: la imputación de su yerno Iñaki Urdangarín en un caso de corrupción y malversación.
La rotura de cadera: un accidente revelador
Y es que si el Rey de España no se hubiera fracturado la cadera en su safari en Botsuana, la semana pasada, no nos hubiéramos enterado de que se había ido a cazar elefantes ¿Por qué? De los viajes privados del rey nunca sabemos nada, precisamente porque son privados, salvo en las excepciones que les interesa promocionar alguno de ellos por motivos de imagen. Al producirse el accidente, el viaje se convierte de interés general al tratarse de una figura pública. Esta actividad ha desatado la polémica más dura contra la casa real de los últimos tiempos.
El mensaje real que el rey difundió en las pasadas navidades fue contundente en cuanto a su contenido. Apelaba a la responsabilidad de las instituciones públicas y a los cargos oficiales para salvar la situación de la crisis española. Señaló el desempleo juvenil como uno de los mayores problemas; y ahora su majestad se va de cacería ¿Es esa la responsabilidad de la que hablaba? ¿Sólo afecta a unos pocos, al rey no? Es la pregunta que asaltó no sólo a los ciudadanos sino también a muchos líderes políticos de todos los colores e ideologías.
España sufre su mayor crisis económica, su deuda con el BCE es ya intolerable. Toda España ajustándose el cinturón como nunca, los recortes en los presupuestos son tijeretazos sin precedentes, y el rey se va de cacería pagando los españoles el safari y el hospital privado donde se recupera de su fractura de cadera.
El rey, supuesto corrupto ¿tiene que abdicar?
La abdicación del rey ya ha sido introducida en la agenda informativa española. El secretario general del PSOE madrileño, Tomás Gómez ya ha apuntado esta posibilidad y las columnas de opinión de los grandes diarios también. La discusión ha cogido fuerza después de la última noticia descubierta por los medios de comunicación.
Los diarios El País y El Mundo destacan en portada la implicación directa de Don Juan Carlos y la Infanta Cristina en el caso Nóos, por el cuál su yerno está imputado. Se han descubierto varios correos electrónicos de Urdangarín a su socio Diego Torres en los cuáles el rey autorizaría su colaboración para determinados proyectos con los que ganarían 100 millones de euros. La Casa Real ni ha confirmado ni desmentido nada.
Los reyes siempre se han mantenido al margen de toda disputa interna hacia el exterior. Sin embargo sus propios escándalos traspasan cualquier frontera de la discreción. La familia real se ha dedicado a callar o en todo caso a tapar todo lo que ocurre en su casa. A la separación de la Infanta Elena de su marido, Jaime de Marichalar le llamaron “separación temporal de la convivencia conyugal” y de temporal nada. El tiempo ha confirmado que es más que definitiva.
El matrimonio de su heredero, Felipe de Borbón, con una divorciada (Leticia Ortiz) sin una gota de sangre azul, fue una guerra al interior de la familia real. Las fuentes cercanas confirmaron una y otra vez que a los reyes les costó masticar la decisión del príncipe, más por el miedo a que el abdicara que por la imagen de cara al exterior, que también influyó. Por último, se encuentra la imputación de su yerno y la presunta implicación del rey en un caso de corrupción ¿Qué más se puede pedir a la lucha de gigantes? Nada. Para muchos, que al rey sólo le queda abdicar.
Si existe vestigio palpable de que algo en España ha cambiado es el tratamiento de los medios a las noticias poco favorables generadas por la monarquía española; pues en el pasado, directamente no se trataba. Sí, hablamos de censura. Siempre hubo un pacto no declarado por los medios en los que ambos decidieron, uno condicionado, otro por imposición: yo no te toco a ti, tú no me tocas a mí.
Pero la monarquía española ha excedido los límites y aprovechando la impopularidad de la monarquía por motivos obvios, los medios se apuntan un tanto en su compromiso con la información y hoy los diarios escriben corrupción y Casa Real Española en la misma frase.
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